Proyecto digital
Bit�coras de pandemia, entre Alemania y Argentina

 

Debo admitirlo: qued� conmocionada cuando el presidente Alberto Fern�ndez apareci� ante las c�maras la noche del 19 de marzo para anunciar una cuarentena obligatoria de 11 d�as. �Se iniciaba ya al d�a siguiente! Es cierto que la atm�sfera aqu� en Buenos Aires ya ven�a sufriendo fuertes cambios. En vez de conversar animadamente, mucha gente comenzaba a esquivar a los dem�s. Y se percib�a angustia en las miradas: �si quiz�s contagiaba aquella o aquel otro? A�n as�, segu�a teniendo citas en mi agenda: encuentros interpersonales. En las calles todav�a hab�a vida y ruido. Pero, desde hace seis semanas, esta ciudad generalmente tan bulliciosa est� inmersa en un silencio fantasmal.
 
Las restricciones de circulaci�n ya fueron prolongadas dos veces en Argentina y, al menos hasta el 10 de mayo, continuaremos llevando esta extra�a vida de reclusi�n. Miro a trav�s de mi ventana: el calor de un verano tard�o, que acompa�� el inicio de la cuarentena, dej� paso a una lluvia oto�al. La gente de mi entorno cercano no est� contenta, pero defiende el estricto Quedate en casa. Lo saben: su sistema de salud no es robusto. No quieren tragedias como las de B�rgamo, Madrid, Nueva York o Guayaquil. Desde Alemania recibo fotos de paseos por la naturaleza y me dan un poco de envidia. Pero luego pienso en lo leve que viene siendo la pandemia en Argentina y me siento feliz de vivir en un pa�s en el que el Gobierno reaccion� pronto.

Viernes 1 de mayo de 2020

 

Siempre que mis amigos argentinos me preguntan qu� tal llevo la pandemia ac� en Alemania, comienzo por decirles, casi con pudor: �bueno, ac� se puede salir�� Y autom�ticamente mi interlocutor comprende todo lo que eso significa. Aqu� no hay encierro ni confinamiento general. Puedo salir a caminar por los parques y por el bosque, lo que de hecho hago casi todos los d�as. La situaci�n se parece m�s bien a una pausa recetada. Menos obligaciones, menos estr�s, menos horarios a cumplir, m�s tiempo, tranquilidad y vida sencilla. Y, por si fuera poco, en primavera, lo que aqu� no es un dato trivial.
 
Pero, adem�s, s� que cuento con un sistema de salud s�lido y, sobre todo, p�blico. Y eso me tranquiliza. Claro, a m�s tardar en este punto me doy cuenta, lamentablemente, de que no estoy en mi pa�s, Argentina. Pero qui�n sabe -ojal�- esta crisis tambi�n nos traiga un orden planetario m�s justo, y entonces alguna vez las diferencias a ambos lados del Atl�ntico no ser�n tan relevantes.
 
Y hay algo m�s. Hay expertos aqu� en Alemania que sostienen que algunos de los que m�s sufren la situaci�n actual son lo que siempre estuvieron bien y nunca tuvieron problemas. Pues bien, ah� s� que tenemos experiencia los argentinos, en atravesar crisis, en superarlas, en seguir adelante a pesar de todo, en implementar soluciones creativas y adaptarnos a situaciones nuevas. Y les aseguro que esto no es poco.

Viernes 1 de mayo de 2020

Hace algunos d�as sal� de casa con la bolsa de compras obligatoria al hombro. Cuando ya no aguanto m�s entre mis cuatro paredes, ese pedazo de tela me permite airearme, porque la cuarentena obligatoria argentina autoriza a comprar por el barrio. Afuera me cruc� con un �nico ni�o. P�lido e inseguro, caminaba de la mano de su pap�. Me conmovi�: Fue el primer ni�o que vi en la calle en muchas semanas. En los m�rgenes de un parque cerrado, una mujer mayor tomaba sol, sentada en un banco.

Recientemente la Ciudad de Buenos Aires intent� que los mayores de setenta a�os necesitaran autorizaci�n telef�nica para cada salida. La protecci�n y la prevenci�n est�n muy bien, pero muchos consideraron que se trataba de una medida paternalista, una restricci�n de su libertad personal, y estuve muy de acuerdo con ellos. El Gobierno porte�o retrocedi�. Apenas unos d�as antes, las redes sociales debatieron intensamente uno de los briefings diarios oficiales, que brind� detalladas recomendaciones a los argentinos para su vida �ntima en tiempos de pandemia, que incluyeron consejos sobre masturbaci�n y juguetes sexuales. Y tambi�n tuvo fuerte eco en redes la �ltima flexibilizaci�n de la cuarentena: el presidente propuso un paseo diario, en un radio de 500 metros del domicilio. �Con ni�os! Muchos de mis amigos lo consideraron demasiado riesgoso. Y varias autoridades locales, entre ellas las de la Ciudad de Buenos Aires, optaron por no aceptar esos paseos.

Ahora todos especulan c�mo continuar� esto despu�s del fin de semana, cuando deber�a comenzar una �nueva etapa� de la cuarentena. Si bien Argentina a�n no alcanz� el pico de la pandemia, estas fuertes restricciones de circulaci�n asfixian la econom�a ya de por s� en crisis.

Viernes 8 de mayo de 2020

Los alemanes acatan las normas, cumplen las reglas. Incluso las respetan independientemente de reflexionar sobre ellas. Es decir, no queda sujeto a si est�n de acuerdo, si les parecen bien, si estas reglas coinciden con las decisiones que ellos mismos hubieran tomado. Las normas se respetan porque son tales. Punto.

Es m�s, en principio y en t�rminos generales, tampoco se desconf�a de los intereses perseguidos por los gobernantes o las autoridades a la hora de estipularlas. Y esto, claro, a los fines de atravesar una pandemia como sociedad, es una clara ventaja.

Pero hay otro aspecto que en estos tiempos resulta favorable. Un amigo argentino me dec�a d�as atr�s, no sin cierto sarcasmo: �Bueno, es que Alemania viene practicando desde hace d�cadas el distanciamiento social�.Y creo que hay bastante de cierto en la afirmaci�n. No es tan dif�cil adaptarse a estar lejos del otro, a no tocarse, abrazarse ni besarse, cuando nada de esto es demasiado nuevo.

Y, respecto de curiosidades, la mayor en estos tiempos: hay un art�culo que se agot� con velocidad asombrosa en negocios y supermercados. �El papel higi�nico! Y la histeria colectiva al respecto lleg� a tal punto que a un amigo le rompieron la ventanilla del auto para robarle seis rollos del preciado objeto. Tiempos que corren�

Eso s�, en la lista de cosas asombrosas tambi�n podr�a incluir lo que antes era �normal�. Y es que, si bien con todas las nuevas medidas de higiene del caso, esta semana reviv� la experiencia de volver a la peluquer�a. Peque�as delicias de esta nueva era: pandemia, fase 2.

Viernes 8 de mayo de 2020

�A los argentinos les gusta transgredir las reglas, son ego�stas o como m�nimo muy individualistas�, escuch� con much�sima frecuencia desde que vivo en este pa�s. Y de boca de los propios argentinos y argentinas. Sorprendentemente la pandemia me mostr� otra faceta de esta sociedad. Una gran mayor�a de los ciudadanos se comport� desde el principio de forma muy responsable. Muchos de mis conocidos ya se quedaban en casa desde antes que el Gobierno lo decretara. Y la mayor�a de las personas en la ciudad de Buenos Aires ya usaban barbijo cuando a�n no era obligatorio.
 
Naturalmente ac� tampoco faltaron quienes burlaron la cuarentena, como un surfer que se larg� de la ciudad a la costa y gener� gran revuelo en los medios. O unos cientos que partieron a sus casas de veraneo un fin de semana largo y en su mayor�a fueron interceptados por la polic�a. Pero no hubo �corona-partys� ni vehementes manifestaciones contra las restricciones de la vida p�blica como en Alemania. Incluso cuando en Argentina existe una fuerte tradici�n de protestas.
 
A veces la obediencia colectiva y el control social me resultan un tanto excesivos. ��Qu� hac�s afuera?�, me pregunt� una amiga luego de que compartiera una foto con barbijo �chic� en un grupo de WhatsApp. ��Voy a la panader�a!�, me apur� a responder. �El miedo no es tonto�, reza un dicho en espa�ol. Un amigo me explic� con esta frase el disciplinado comportamiento de los argentinos en tiempos de Covid-19. Y creo que tiene raz�n. Las terribles im�genes de otros pa�ses en los que la pandemia est� fuera de control calaron hondo en estas tierras.

Viernes 15 de mayo de 2020

A los alemanes les gusta planificar. Con mucha antelaci�n. Est�n acostumbrados a hacerlo y dir�a que hasta lo necesitan. En tiempos normales uno puede coordinar un encuentro profesional, o incluso privado, con semanas o meses de anticipaci�n. Y ese d�a llegar� y las partes acudir�n sin reconfirmaciones previas. Pero esto ahora no es posible. Y entonces el desaf�o es enorme. Las reglas y costumbres anteriores no rigen, los compromisos se cancelan, lo que estaba permitido est� prohibido, y todo con una velocidad asombrosa.

La nueva �normalidad�, esta de la �post-cuarentena�, tampoco es como antes. Los chicos vuelven al colegio, pero pocas horas, pocos d�as, en grupos reducidos y con tapabocas.Y as� todo. No hay par�metros conocidos a los que atenerse.  Pero las normas se regeneran. Y aparecen nuevos flujos de circulaci�n en los negocios, por d�nde entrar, por d�nde salir, y en qu� direcci�n caminar.

Con todo, el desconcierto es grande. Han aparecido incluso movimientos de protesta aqu� en Alemania. En los que, con una heterogeneidad algo inquietante, ciudadanos preocupados marchan codo a codo con militantes de extrema derecha, defensores de teor�as conspirativas con cr�ticos de la vacunaci�n y desesperanzados con esot�ricos varios.

Pero tambi�n hay luces. La creatividad y la espontaneidad han recobrado su valor. Y entonces uno se encuentra con un espect�culo teatral reci�n estrenado adaptado a los normas de la pandemia, donde la acci�n tiene lugar al aire libre de manera simult�nea en diferentes puntos de la ciudad, con s�lo un pu�ado de espectadores por locaci�n, y en el que los actores no hablan en vivo sino a trav�s de un audio previamente descargado en el tel�fono m�vil.

Nada es igual. Y no todo es peor ahora.

Viernes 15 de mayo de 2020

Cuando a futuro recuerde la pandemia que se va inscribiendo en nuestra memoria colectiva, inevitablemente me acordar� de Argentina. Solamente sabr� a partir de relatos como se �sinti� este estado de excepci�n en Alemania. Desde hace meses Argentina est� aislada del exterior y resulta absolutamente incierto cu�ndo podr� volar a mi pa�s de origen. Mi recuerdo del coronavirus consistir� en c�mo se modific� la vida de los argentinos y, por consiguiente, la m�a.

Mucho de lo que aqu� me resultaba querido y familiar ya no existe: saludos con besos y estrechos abrazos, encuentros con amigos y mates compartidos, de mano en mano y boca en boca. Ni tampoco las personas que despreocupadamente se api�aban en caf�s y eventos culturales. Nadie sabe cu�ndo esto podr� volver. Naturalmente tambi�n extra�o los abrazos de amigos y familiares en Alemania.

Pero la nostalgia del �antes� la vivo concretamente aqu�, en Buenos Aires. Tras casi dos meses de solitario homeoffice, comenc� a hacer nuevamente entrevistas personales.  "Qu� triste�, dijimos casi al mismo tiempo con uno de mis entrevistados al despedirnos a dos brazos de distancia.

Y no solo deprime esa lejan�a, sino el tema de nuestra conversaci�n: las dram�ticas consecuencias de la crisis del coronavirus para negocios y empresas argentinas. Percibo melancol�a y conciencia de la propia vulnerabilidad, tanto sanitaria como econ�mica. Y el deseo de resurgir y superar tambi�n esta crisis. Muchos argentinos tienen razones para mirar extremadamente pesimistas al futuro, con menor acceso a ayudas estatales que en Alemania. Pero la mayor�a permanece amistosa, sociable. El coronavirus no pudo quebrar lo que amo de este pa�s. Pese a la distancia f�sica obligatoria, me siento incluso m�s cerca de los argentinos que antes de la pandemia.

Viernes 22 de mayo de 2020

A decir verdad, intuyo que nada ser� igual tras esta pandemia. Entre varios aspectos y, muy especialmente, pienso en la manera de vincularnos. Mucho me temo que el miedo al otro, el otro visto como un peligro del que protegerse, nos quede incorporado como un cuasi-reflejo. Que sigamos manteniendo distancia, evitando el contacto, el encuentro, la cercan�a, mucho m�s all� del fin de esta pandemia.

D�as atr�s vi a un pap� que le hablaba a su beb� portando el correspondiente tapabocas. Me pregunt� apenada qu� marcas le quedar�n a ese y tantos otros ni�os de esta "comunicaci�n obstaculizada�.

Nada es "normal " en esta nueva normalidad. La bidimensionalidad y la relaci�n a trav�s de las pantallas han reemplazado los contactos directos. La vida se ha vuelto m�s ensimismada; la meta es aislarse. Las fronteras de todo tipo se han multiplicado. Todo lo que no puede alcanzarse a pie o en bicicleta parece quedar "en el extranjero" y para alcanzarlo hay que atravesar riesgos o es directamente imposible.

Mi pa�s de origen, Argentina, queda ahora a a�os luz de distancia de Alemania. Siento por mis venas el escalofr�o del relato familiar de ese bisabuelo italiano que emigr� a Argentina y para el que su patria qued�, para siempre, a un insalvable mar de distancia.

Viernes 22 de mayo de 2020

Mientras empiezo a responder con un dejo de melancol�a la �ltima pregunta de esta bit�cora de pandemia, miro mi calendario, donde voy anotando los d�as de cuarentena obligatoria: d�a 70. Debido a las tempranas restricciones de circulaci�n, en Argentina hasta ahora hubo muchas menos muertes por Covid-19 que en numerosos otros pa�ses.
 
Y esta larga cuarentena cambi� todo, incluido el mundo laboral y por consiguiente el trabajo de los periodistas. Por supuesto no solo en Argentina, sino en todo el mundo. Muchos que antes iban diariamente a las redacciones debieron trasladar repentinamente su lugar de trabajo a casa. Tanto las entrevistas personales como el intercambio directo con colegas resultan pr�cticamente imposibles. En cambio, hay conferencias de redacci�n v�a Zoom y entrevistas por WhatsApp.
 
Dif�ciles condiciones de trabajo para un tiempo de exigencias particularmente elevadas hacia los medios. Porque se requiere de un periodismo de calidad para reportar sobre el complejo tema de la pandemia y sus consecuencias de forma responsable, comprensible, equilibrada y cr�tica. Creo que la mayor�a de las y los colegas da todo de s� para estar a la altura de este desaf�o. 
 
Al mismo tiempo los periodistas enfrentamos grandes preocupaciones: varios medios impresos ya anunciaron recortes a causa de la pandemia por el desplome de los ingresos publicitarios y porque a�n m�s lectores prescinden de los diarios en papel. La crisis que ya exist�a antes del coronavirus, en particular la de los diarios, se agudiza. Se teme que m�s redacciones se reduzcan o fusionen, que se ahorre a�n m�s en coberturas en el exterior, etc�tera. Todo esto conduce a la p�rdida de la diversidad de opini�n e informaci�n, lo que acarrea inevitablemente una p�rdida de atracci�n de los medios. Solamente queda esperar que estos encuentren soluciones valientes y creativas para detener esta tendencia preocupante.

Viernes 29 de mayo de 2020

El mundo entero no ser� el mismo y ya no lo es. Tampoco el periodismo. Aqu� en Alemania todo se ha reducido a la m�nima expresi�n. Los encuentros, solo los estrictamente inevitables. Todos los dem�s tienen lugar a trav�s de la pantalla. La vida, y tambi�n las entrevistas y la labor period�stica, transcurren en gran medida en el espacio virtual. Intuyo que el teletrabajo ha venido para quedarse. Y con �l tambi�n la descentralizaci�n de las tareas.

Los medios de comunicaci�n se han convertido adem�s en una referencia, en una "necesidad " m�s clara para gran parte de la poblaci�n. Incluso para los m�s j�venes. Los medios son consultados con mayor asiduidad, hay deseo y voluntad de estar informado.

Al mismo tiempo, y si se quiere con una dosis de paradoja, se acrecienta el n�mero de aquellos que cuestionan la credibilidad de los periodistas, que desconf�an de ellos y que los eligen como sus enemigos. La extrema derecha ha retomado el lema nazi que acusa a los periodistas de "prensa mentirosa". Definitivamente, las teor�as conspirativas no resisten repreguntas. Tampoco los l�deres autoritarios.

Esta pandemia dejar� su huella, qui�n lo duda. Se modificar� nuestra manera de relacionarnos, de trabajar y de ejercer el periodismo. Pero no todo cambiar�, y me permito citar aqu� al genial Eduardo Galeano, que afirmaba: "Los cient�ficos dicen que estamos hechos de �tomos, pero a m� un pajarito me cont� que estamos hechos de historias".

Estoy convencida de que los periodistas, como ayer y como hoy, las seguiremos contando.

Viernes 29 de mayo de 2020